Otra vez será
Lo reconozco, soy una tardona, llegué tarde, pero aún así no puedo evitar la sensación de que la sentada de ayer fue de esas concentraciones ciudadanas en las que los más, de los menos que asistieron, se siente incomodos, hacen acto de discreta presencia y abandonan el barco, hundido antes de la botadura. De esos menos que acudieron, me queda una triste sensación de domingo por la tarde, en una ciudad semidesierta, y en la que hubo una respuesta lamentablemente minoritaria. De los muchos menos que permanecieron, si no me fallan mis cuentas sin helicoptero para abarcar la superficie, a la media hora del inicio de la sentada eran veinte resignado/as al sol de primavera.
Con todo la convocatoria ha sido recogida en los medio de comunicación, acto que pseudopalía su ausencia en los días que precedieron a la misma. Y remarco lo de pseudopalia, ya entiendo este gesto como de prudencia informativa ya que cualquier osadía de crítica hubiese recibido, eso espero, respuesta y debate pidiendo cuentas de su ausencia anterior.
Me guardo en la caja de la irreflexiones, el rumiar la baja afluencia. Quizás este tipo de convocatorias, todavía novedoso, necesite para calar en la sociedad un poso previo organizativo o una sociedad articulada en torno a derechos y obligaciones más allá de la estructuras de todos conocidas. Quizas no fuese el día ni la hora más indicado, hecho que ya se refleja en la programación cultural de la ciudad, de lunes a viernes, aunque algunos/as reclamemos una programación más acorde con el tiempo libre de los que no tenemos el placer de trabajar en jornada intensiva. Quizás las organizaciones en su pruito de no monopolizar una convocatoria de caracter ciudadano, no invitaron a sus bases a un presencia anónima y responsable. Quizás el silencio informativo previo, y el ruido de otras ocasiones, no sea casual.
O quizás simplemente, el problema de la vivienda no es tan problema, o es demasiado grande para abordarlo. O simplemente el domingo fue un día de primavera, muy primavera como para comprometerse a estar presente en lugar de pastar entre las flores.
Yo, por si acaso, sigo ruminado
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Kahn -
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