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Pero...posaaa!!!

No hay nada que más me intimide en esta vida que cuando el objetivo de una cámara de fotos me apunta a mí, y cuando no soy yo la que esta detrás del objetivo. Así acabo hecha un cuadro, más bien cubista. Sonrisa forzada, hombros retorcidos y mirada entre extraviada y ciervo espantado.

Por los tortuosos caminos del compromiso, el otro día me toco posar en una sesión de fotos. Genial. A la orden de venga, ya está, posa. Claro estupendo, así de fácil.

Ya me había vestido de riguroso negro, al margen de porque es invierno y no me apeo de ese color, porque la sesión era en blanco y negro (más elegante pense), pero sobre todo porque soy muy consciente de que de negro te escaqueas más que de ningún otro color. Y allí estaba yo con más pinta de pasmada que otra cosa. Respira hondo bio, hay que pasar el trance. Venga recuerda, en chicas un pie delante del otro que es más sinuoso. Estupendo, tacón en desequilibrio, primera foto de la cria cayéndose de lado.

Las manos nunca cruzadas, seguí pensando, y los brazos mucho menos. Estupendo de nuevo, donde las coloco ¿en las orejas? agggggg. Siguiente foto, brazos modelo colgajo a los lados del cuerpo, hombros rígidos, Herman Monster era más gracil que el resultado de esa foto.

Brillante idea, me siento en una barandilla y así disimulo. Opsss, tremendo error. Resultado, la barandilla marcó un estupenda protuberancia morcillesca y colgante, cacho de culo descolgado por el lado equivocado.

Mientras tanto una voz me decía: !pero ...posaaa!. Si claro pa'chufletes anda el tema.

Probemos con la mirada, ajustamos gafas, y allá que fui. Maravilloso día soleado. Resultado, me empezó a picar la nariz, fotografía con mirada llorosa, y conteniendo un fantastico estornudo.

A estas alturas, y para sobrellevar el trago con dignidad no paraban de salir estupideces por mi boca, cuestión que forma parte de mis impulsos irrefrenables. Y es que cuando me pongo atacada me entra una diarrea verborreica dificil de frenar.

Resultado, fotografa que admite que me deja por imposible, que lo mio no es el couché, que acaba por colocarme tranquilita en una esquina y decirme con gracia sutíl: posa y calla.

Ya veis...c'est la vie...pero no se la toqué.

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